Hoy en día, quien más quien menos ha oído
hablar del Led, término que cada vez está más de moda dada su relación con su versatilidad y el ahorro que
genera, más que por sus características o por sus otras ventajas.
La crisis, el ahorro energético y, en
menor medida, la sostenibilidad de los recursos medioambientales (una causa que sin embargo debería ser fundamental para
nosotros), ha replanteado la economía doméstica de las familias, creando la
necesidad de recortar los gastos en general y mirar muy bien en qué se invierte
nuestro capital.
Con el fin de economizar, miramos con
lupa todos nuestros costes, y, entre muchas otras medidas, se ha empezado a
analizar y repasar los gastos que se reflejan en las facturas de los servicios
del hogar, intentando reducir a toda costa el importe que generan.
Para complicar más la labor de llegar a final de mes, las
compañías de servicios suben cada vez más el precio de sus tarifas. Entre
ellas, la electricidad abrió el debate a principios de año sorprendiéndonos con
el anuncio de una subida del 11%
respecto al año pasado. Menos mal que al final no fue tal, pero todos
sabemos que irán subiendo progresivamente sus precios a lo largo del año.
Concretamente y concentrándonos en la
electricidad, además de apretarnos el cinturón en muchos casos, si bien no
podemos reducir el importe fijo de las facturas, sí podemos limitar el consumo
al máximo gracias a la tecnología Led.
Si primero fueron las bombillas incandescentes
por las de bajo consumo, cada vez son más las personas que optan por gastar un
poco más comprando una bombilla Led y reemplazar su instalación, ya que tienen
una vida útil muy superior a las anteriores, duran aproximadamente cincuenta
veces más y consumen veinte veces menos que una bombilla incandescente
tradicional, reduciendo considerablemente el consumo eléctrico... así que a la
larga, lo que a primera vista parece más caro, es una inversión completamente
amortizada y rentabilizada.
Además, teniendo en cuenta la incrementada
preocupación en la búsqueda de soluciones que perseveren el planeta, gastar
menos se traduce a consumir menor energía y utilizar menos recursos. Si
añadimos que son bombillas que no se calientan y son ecológicas, deberían ser
suficientes razones para plantearnos su uso.
Así pues, si bien no resolvemos el
problema, si damos un pequeño truco para generar un menor gasto.
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